Ya sea en un invierno con unas condiciones muy adveras como la de estos días o en situaciones excepcionales como la que estamos viviendo ahora por el coronavirus, es posible que nuestra bici se vea “castigada” a quedarse montada encima del rodillo para poder mantener nuestro nivel de forma. SI vamos a usar el rodillo de forma muy esporádica (un día de tormenta) no hay que tener en cuenta muchas cosas, pero si lo vamos a usar durante varias semanas e incluso de forma prolongada, es conveniente tener en cuenta varias cuestiones que nos ayudarán a no estropear algunas partes de nuestra bici. Aquí te enseñamos algunos trucos.
1. PROTEGE LOS TORNILLOS
En el rodillo se suda bastante más de lo que lo hacemos cuando pedaleamos fuera de casa, y gran parte de este sudor cae sobre la parte delantera de la bici. Para mantener el óxido lejos de los componentes, especialmente de los tornillos que al ser de acero suelen evidenciar antes su aparición, usa rocía un poco de aceite de teflón o grasa sobre las cabezas. Puedes hacer lo mismo sobre las roscas, ya que muchas veces descubrimos el óxido cuando retiramos los tornillos después de mucho tiempo.
2. LIMPIEZA Y ENGRASE DE LA CADENA
Dentro de casa la transmisión no se ve afectada por los mismos agentes que en la calle, como el barro, polvo de los caminos o el agua. Pero el pedaleo en una sesión de entrenamiento es constante, es decir, si estamos una hora en el rodillo estamos una hora pedaleando sin parar, además con fuertes cargas (series) en las que la transmisión se lleva una buena sobrecarga, con lo que el aceite de la cadena también se ve sometido a más trabajo y se acorta su duración. No es raro que en pocos días notemos cómo la cadena “rasca” con los piñones, sobre todo si la transmisión está algo gastada. Revisa el estado de engrase a menudo.
3. ¿ESTÁS BLOQUEADO?
Si usas una bici de carretera esto no te afecta, pero si usas tu MTB, entonces sí. En el rodillo, al pedalear estáticos, notarás como las suspensiones se mueven constantemente de arriba abajo, algo un tanto incómodo sobre todo cuando llegan las temidas series. Lo normal sería bloquearlas para evitar su movimiento, pero no es recomendable porque a largo plazo los mecanismos internos sufren más de la cuenta, lo que haría que dejaran de funcionar de forma prematura. Es mejor que subamos la presión de nuestras suspensiones (si son de aire) bastante por encima de lo habitual, para reducir al mínimo estas oscilaciones. No olvides apuntar la presión que tenías para devolvérsela cuando vayas a dar pedales al monte.
4. SIÉNTATE BIEN
En el rodillo casi no cambiamos la posición encima de la bici, pasando mucho tiempo sentados sobre un mismo punto, lo que puede provocar que ese sillín que tan cómodo te resulta de forma habitual, ahora empiece a mostrar su cara más amarga. Prueba con distintas posiciones para buscar la que te resulta más cómoda. De la misma manera, te puede resultar más cómodo subir un poco el manillar para relajar las lumbares y el cuello.
5. QUITA LA PALANCA
Los rodillos más extendidos del mercado (de tipo magnético o de fluido) cuentan habitualmente con una palanca que al accionarla presiona el propio rodillo contra la rueda de la bici, para hacer la función de oponer fuerza al giro de la rueda. Cuando termines el entrenamiento no olvides abrir de nuevo esta palanca liberar de presión tanto al neumático, lo que podría provocar que llegase a deformarse, como a la estructura del rodillo.
6. EL CIERRE, APRETADO
Si hacemos entrenamiento por intervalos es posible que en ocasiones nos veamos pedaleando como auténticos sprinters a punto de llegar a meta, con toda nuestra fuerza retorciendo la bici sobre el rodillo. Según cómo sea el tipo de sujeción con el cierre de la rueda, no es imposible que poco a poco pierda algo de firmeza, lo que podría dar como resultado que se soltase en el momento menos deseado. Revisa el estado del cierre antes de cada sesión moviendo la bici de forma lateral para ver si se “tambalea”.
7. REVISA LOS NEUMÁTICOS
Retener el aire al 100% en las ruedas es prácticamente imposible, sobre todo si usamos Tubeless, con lo que es normal que cada día perdamos un poco de presión. No olvides revisarlo con asiduidad, por un lado lo ideal es llevar siempre la misma presión para que las condiciones del pedaleo (sobre todo si estamos entrenando) sean las mismas. Por otro lado que un neumático con una presión baja es más ruidoso y provoca más vibraciones, además de que lastra más y hace que el pedaleo sea menos redondo y más costoso.
8. SIN FRENOS, CUIDADO
Si tienes un rodillo de transmisión directa (simulan una ruda de bici y solo tenemos que conectar la cadena a su piñón) y tu bici tiene frenos de disco, al sacar la rueda trasera no olvides poner un separador en las pastillas de freno para evitar juntar los pistones en caso de presionar la maneta accidentalmente. Es fácil que nos agarremos a ellas inconscientemente al subirnos o bajarnos, o si movemos la bici-rodillo en la habitación. Si no tienes el separador original de los frenos puedes usar una moneda, una pinza de la ropa…
9. LA TOALLA, FUERA
Cuando acabas tu sesión de rodillo la toalla está, en el mejor de los casos, bastante húmeda y en el peor completamente chorreando. Nunca la dejes encima de ninguna parte de la bici y a ser posible, bien lejos (ideal en un sitio donde le dé el aire) para evitar la aparición de óxido donde menos lo esperas, sobre todo si tenemos una transmisión electrónica. Lo mismo con tu vestimenta, además de que acabará tan mojada que el único sitio recomendable para guardarla es la lavadora.
10. MEJOR CON ESTERILLA
Es algo obvio, una esterilla o las toallas acolchadas que ofrecen los fabricantes de rodillos evitan que nuestros vecinos “nos sufran” más de la cuenta. Si no quieres pagar el importe de éstas porque es razonablemente elevado, una esterilla de acampada o de Yoga puede valer. No podremos aislarnos al 100%, pero todo cuanto podamos reducir el ruido y las vibraciones nos beneficia a todos.