Parece que nos da pereza gastarse los euros necesarios en una prueba de esfuerzo. Si sigues prefiriendo comprarte con ese dinero unos nuevos guantes o gafas antes, tienes que leer esto.
Este es el típico consejo que siempre damos a los demás pero que no siempre nos aplicamos el cuento. Hacerse una prueba de esfuerzo es realmente muy buen consejo, especialmente si has estado llevando una vida sedentaria durante unos cuantos años y ahora estás sometiendo a tu corazón a un trabajo más exigente. Pero no únicamente en ese caso. Una prueba de esfuerzo descarta problemas de salud pero también evalúa nuestro estado físico, obteniendo valores útiles de cara al entrenamiento.
Es muy importante que la prueba con un electrocardiograma para que un médico del deporte pueda hacer esa valoración. Aunque lo más normal es que el médico te confirme que estás en buena condición de salud para seguir disfrutando del Ciclismo,Running,etc… nunca está de más hacerse este tipo de prueba. Además de la justificación desde el punto de vista de la salud, también es interesante valorar tu estado de condición física en condiciones totalmente controladas (temperatura, humedad, resistencia…).
Generalmente estas pruebas consisten en pedalear sobre una bici estática siguiendo un protocolo progresivo en rampa, que quiere decir que empezamos con una carga ligera y va subiendo de forma lenta pero constante hasta que llegamos a una carga que no podemos mantener. Otros protocolos son progresivos en escalones. Empezamos con carga ligera pero constante y al final de cada escalón, que puede durar entre 2’ y 5’, subimos de golpe la carga una cantidad determinada y la mantenemos otro escalón, así hasta que llegamos a un escalón que no podemos concluir.
El parámetro de rendimiento en los test de laboratorio siempre será en vatios. Una diferencia entre unos tests y otros vendrá dada en si lo hacemos con toma de gases o con lactato. Si es con gases lo normal es usar un protocolo en rampa y medir el intercambio gaseoso (O2 inspirado y CO2 espirado) con una máscara conectada a un analizador de gases. Esta es la única forma de conocer nuestro consumo máximo de oxígeno, que es la referencia estándar de nuestro potencial de rendimiento aeróbico.
También nos sirve para calcular nuestros umbrales ventilatorios, VT1 y VT2, y establecer zonas de entrenamiento, aunque siempre conviene contrastarlo con datos de campo puesto que cambian las condiciones de medición. Si sólo vamos a hacer una prueba al año recomendamos los gases ya que son más precisos para conocer nuestro nivel de rendimiento, aunque menos para las zonas de entrenamiento. Por el contrario, si hacemos varios test al año, recomendamos lactatos que son más precisos para establecer las zonas de entrenamiento.