El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos situados en la porción inferior del abdomen que sostienen los órganos internos situados a la altura de la pelvis.

Durante años, el suelo pélvico ha estado directamente relacionado con la salud. Esto se debe a que un suelo pélvico débil puede generar todo tipo de problemas tales como prolapsos, incontinencia urinaria, disfunción sexual, un patrón de respiración incorrecto, o incluso dolor lumbar.

Así afecta el deporte al suelo pélvico

Hay deportes con una baja demanda del suelo pélvico, como por ejemplo la natación o el ciclismo, pero hay otros deportes como el running o la halterofilia que requieren bastante más de la activación del suelo pélvico.

Durante algunas contracciones abdominales muy intensas, como las necesarias para realizar un snatch o arrancada, el abdomen empuja la vejiga y de esta manera el esfínter es incapaz de retener la orina.

Si a esto además le añadimos que parte de los impactos que se producen en estos deportes (por ejemplo, cuando damos una zancada al correr) se absorben por parte del los músculos internos como los del suelo pélvico, tenemos como resultado final una debilitación de estos músculos.

Este es el motivo por el que se producen algunas pérdidas de orina durante competiciones que requieren esfuerzos muy intensos, y la incontinencia urinaria es precisamente el principal problema de tener un suelo pélvico débil.

Por ello, en caso de que practiquemos deportes como el running, es recomendable emplear un calzado destinado a ello, con una buena capacidad amortiguadora, pero también es recomendable llevar a cabo ejercicios específicos del suelo pélvico como los ejercicios de Kegel.

El ejercicio como terapia para fortalecer el suelo pélvico

Como hemos comentado, los ejercicios de Kegel son la herramienta más específica para el trabajo del suelo pélvico.

Lo más importante en este caso será localizar correctamente el músculo perineal, o de lo contrario seremos incapaces de estimular adecuadamente esta musculatura.

Una forma de hacerlo es deteniendo la micción cuando vayamos a orinar, ya que para hacerlo debemos contraer la musculatura que tendremos que trabajar posteriormente.

Para llevar a cabo los ejercicios de Kegel realizaremos tanto contracciones rápidas que nos permitirán trabajar en un tiempo más breve, como contracciones más lentas, que nos permitirán localizar mejor el estímulo. En cualquier caso, lo importante será como siempre la constancia a la hora de entrenar el suelo pélvico.

Podremos realizarlos tanto si estamos tumbados, como sentados o incluso de pie, y dado que los músculos que estaremos trabajando se encuentran a nivel interno, podemos llevarlos a cabo en cualquier momento y lugar.

Otro tipo de disciplinas como el yoga y el pilates también permiten incidir sobre esta musculatura. Aunque lo hacen de manera menos localizada y específica, también nos servirán para poner otros músculos a trabajar y aumentar nuestra actividad física al final del día.

Suelo pélvico: ¿quién debería trabajarlo?

Evidentemente, las personas con incontinencia son el principal público objetivo de los ejercicios para el suelo pélvico que hemos comentado previamente, pero no son las únicas.

Durante y tras el embarazo, se produce una serie de cambios sobre esta musculatura que debilitan el suelo pélvico. Este es el motivo por el que muchas mujeres pueden ser más propensas a sufrir incontinencia post-parto, y por ello también deberían considerar trabajar estos músculos.

Por último, los hombres tampoco se escapan. El suelo pélvico proporciona sostén a los órganos del sistema urinario, digestivo y reproductor que se encuentran en nuestra zona pélvica, pero también ayuda a controlar la eyaculación de los hombres y puede mejorar la erección, así que no hay excusa.