Llega el año 2021 y tras un 2020 tan complicado te has armado de valor para cumplir esos propósitos que se han ido posponiendo año tras año. Con el inicio de la nueva década, esta vez de verdad, no hay mejor ocasión para comenzar a hacer deporte.
Para que la intención no se quede solamente en eso es importante tener claros al menos cinco mandamientos que harán que el propósito de Año Nuevo no se convierta en una odisea.
1. Define unos objetivos y metas realistas
Tanto si eres primerizo en esto de hacer deporte o eres una de aquellas personas que lucía tableta y ahora estás rendido al sedentarismo debe tener claro que nada es inmediato.
Ponerse en forma requiere de tiempo y dedicación por lo que se deben de tener unas pautas bien marcadas para conseguir los resultados deseados.
Hay que establecer objetivos que sean realistas. No vas a poder hacer 30 burpees del tirón en la primera jornada de actividad. Poco a poco: irás progresando y podrás ir subiendo la intensidad de los ejercicios.
2. Empieza de forma progresiva y haz algo que te guste
Vale, has comenzado despacio pero la rutina se hace cuesta arriba. En vez de dar espacio al desánimo dedica tu tiempo de actividad a realizar algo que realmente te guste. No te fuerces a hacer spinning si te parece aburrido, será peor.
Los primeros días son para explorar y descubrir ejercicios, máquinas, clases y disciplinas deportivas. No vayas con prejuicios y ten la mente abierta. Algo te gustará y podrás focalizarte en ello para tratar de bajar esos kilos de más.
3. No te desanimes si no ves resultados a corto plazo
Has sudado como nunca pero la báscula sigue indicando el mismo peso y el espejo te devuelve el reflejo de la flacidez de las carnes. Es doloroso y deprimente, ciertamente.
Sin embargo, y aquí el poder de la mente juega un papel fundamental, hay que seguir con la rutina marcada. Se le pueden hacer pequeños ajustes para buscar una mejora pero nunca se puede dejar por miedo al fracaso.
Los resultados llegarán si te esfuerzas. Si tiras la toalla te quedarás tal y como estás. En el peor de los casos irás a peor porque acudirás a la nevera a consolarte. Ánimo.
4. Controla la dieta, pero date algún capricho
A la hora de bajar de peso, ver progresos y tener una energía que quemar interviene directamente la alimentación. De nada sirve machacarse en el gimnasio si luego se comete un atraco a la nevera con nocturnidad y alevosía.
Por ello una opción interesante es tener un calendario de comidas y cenas que generen un déficit calórico pero que además no se base solamente en ensaladas, productos light y suplementos.
La dieta debe de ser variada y divertida si no quieres morir en el intento. Hay que decir adiós a la bollería, los fritos, los refrescos y las salsas. Obviamente también a la comida rápida.
Aunque no está todo perdido: no hace falta que sea un corte drástico. Debe de ser progresivo y siempre debe de haber un día trampa en el que una de las comidas te puedas dar el lujo de comerte una hamburguesa completa. Aunque solamente una vez, que nos conocemos.
5. El descanso es igual o más importante que el ejercicio
Los músculos deben descansar para progresar y conseguir ese crecimiento que tanto deseas. El ejercicio debe de tener un fin porque sino puede ser contraproducente y no habrá evolución.
No hace falta obsesionarse ya que el ejercicio es un trayecto hacia un cuerpo o una salud mejor. Echarle demasiadas horas puede suponer un problema que pueda acabar con tu motivación de hierro o lo que es peor: es un gran reclamo para las lesiones.
Eso no quiere decir que de vez en cuando, y si la rutina de entrenamiento así lo marca, no puedas hacer una doble sesión diaria espaciada en el tiempo: un tiempo por la mañana y otro por la noche.